La papelera estaba llena de basura y pesaba mucho cuando la sacamos. Apenas se la veía por encima de la superficie, ya que estaba llena de agua, y fue un niño que iba con nosotros el que dijo que fuéramos a pescarla. Con no poco trabajo la conseguimos sacar al muelle y la entregamos en tierra a las personas del servicio de basuras.

 

 

En nuestra barca de alquiler en Santander, sin título obligatorio, intentamos que nuestros clientes aprendan lo más básico del pilotaje de barcos y del respeto a otros marinos y al mar mismo, que es el verdadero protagonista de estas aventuras que hacemos posibles entre todos. Y los niños son los que más lo disfrutan y, a menudo, los que más nos enseñan sobre lo verdaderamente importante.

 

 

El mar no es un basurero al que tirar todo lo que se nos ocurra. Además del impacto ecológico, el motor o el casco de cualquier barco, al pasar por encima de estos objetos, puede sufrir un accidente de consecuencias muy graves. Si esto ya sucede con los troncos y otros obstáculos naturales que a veces flotan en la superficie es innecesario que añadamos más peligros a la mar.

 

 

La papelera fue encontrada y “pescada” por un niño de 9 años, Daniel, que fue el primero que se fijó en que había algo raro flotando en el agua y enseguida nos dijo de ir hasta allí y comprobar lo que era. ¿Cómo puede ser que un niño tan pequeño tenga muchísimo más sentido común que el “adulto” que ha tenido que arrancar esa papelera y arrojarla al mar en cualquier sitio? Nuestra enhorabuena al niño y reflexión para todos, para no reír la gracia a nadie que se dedique a hacer estas simplezas.

 

 

En las fotos vemos a Daniel, el héroe de la mañana, y a éste que os habla (Miguel) preparando la barca para vosotros.

 

 

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